Hace mucho tiempo, en una de las ferias de Puro diseño, conocí a la galería Isidro Miranda. Cuando pasé por el stand, me llamó la atención el tipo de obra que tenían. Había tres o cuatro propuestas de artistas y me cautivaron todas. Lo que había en esas obras era algo inusualmente lúdico, distinto y en soportes nuevos. Les di mi mail y desde entonces recibí invitaciones a las inauguraciones. Nunca fui a ninguna pero siempre entré a la página Web para ver las obras de los artistas que pertenecen a la galería. Todos con propuestas personalísimas y con nuevos lenguajes. Este año recibí un mail que me proponía participar de los talleres de Laura Messing. Sabía que era una de las artistas de la galería y conocía su trabajo. Cuando entré a su blog a ver cómo era el taller y qué propuesta tenía, me encantó. Esto que aparecía en la galería se veía reflejado en el taller. Cada alumno tenía su propia personalidad. Se veía la libertad con la que habían trabajado y los resultados de esa exploración. Yo vengo de las letras y un buen profesor de taller literario es aquél que hace que el alumno encuentre su propio estilo, su propia voz. Parece evidente, pero no siempre es así: muchas veces salen escribiendo/ pintando como el profesor que dirige el taller, o como aquél escritor/pintor que el profesor admira.
Laura te ayuda a encontrar «tu propia mirada». Ella mira y piensa con vos. Ella es una artista plástica y está abierta a todos los soportes y materiales que existen y los que puedan existir: pintura acrílica, al óleo, maderas, cartones para hacer esculturas, collages, papel fotográfico, tiras de papel, tela y tantos otros. Uno trabaja y ella te orienta y te aconseja por dónde tenés que seguir para un buen resultado final.
La camaradería de los artistas asistentes al taller es un fuerte soporte para los nuevos alumnos. Uno va descubriendo cómo se maneja cada uno y aprende de ellos. Esto es importante porque se juegan y crean redes en dónde el arte es el centro de donde todo parte. El taller es un espacio íntimo, es refugio para olvidar, para encontrarse. Hace poco asistí a la muestra de Louise Bourgeois y uno de los textos que ella escribió decía «El arte cura». Estoy convencida de eso. El arte nos hace mejores, nos conecta con lo más profundo de nuestra humanidad.
Cada vez que salgo del taller de Laura siento que ese día valió la pena solamente por haberle dedicado esas horas a pintar.
Mariana González Toledo