Mis años en el taller de Laura Messing fueron una etapa de mucho trabajo creativo, de descubrimiento de emociones, imágenes y habilidades ocultas en algún lugar de mi corazón y mi cabeza, de vivir en el momento, cosa nueva para mí, y el enorme placer de trabajar en un taller de gente divertida y comprometida.
Llegué con la plena seguridad de no tener habilidades mínimas para trabajar en un taller de escultura, y aprendí a disfrutar el proceso creativo junto a la parte del trabajo artesanal que es el que más tiempo me llevaba.
Con el tiempo me fui amigando y luego enamorando de mis obras.
Mi trabajo mutaba, se enriquecía, cada vez era más parte de mí.
Me tocó compartir el taller con gente increíble. Nos hemos divertido, hemos tenido charlas valiosas, interesantes e importantes, me hice amigos, me llenaron el corazón.
Un capítulo aparte fue el ritual que desarrollamos de comer comida rica, preparada cada semana por uno de los miembros del taller, que era el momento de conversar sobre arte, cine, muestras, la vida de cada uno.
Laura ha sido la maestra que me llevó por este camino del descubrimiento de mis potenciales, de mis imágenes. Y es la que siempre convocó gente muy interesante a ser parte de su taller.
Por suerte me tocó vivir esas experiencias. Mi vida es más rica gracias a esas noches de magia.
Jaime