Por Mariana Gonzalez Toledo
Las razones por las que las personas asisten a un taller son muchas y variadas, pero también hay puntos compartidos que son los que hacen que la asistencia a ese taller se sostenga en el tiempo.
Entrevisté a diferentes alumnos que asisten al taller de Laura Messing para que me contaran qué los atrae de este taller y qué cosas les genera en relación a lo que hacen. El punto en común que todos relatan es la importancia de tener ese espacio, para compartir con otros, los mismos intereses e inquietudes. Un lugar donde el arte sea centro de debate, de investigación, de exploración, donde los otros opinen sobre lo que estamos haciendo y nos aporten sus miradas, empezando por Laura, que tiene la capacidad de orientar, de responder, de abarcar todas las disciplinas con real conocimiento y con mucho respeto por lo que los artistas hacen, sugiriendo por qué caminos podrían ir. Nunca es una imposición, siempre una sugerencia y una muy atinada porque cuando revisan su obra, ese gesto, esa sugerencia, la hace mejor.
Carolina es egresada de Bellas Artes, cuando retomó la pintura, se encontró de pronto con que tenía muchísimas ideas para sus cuadros, pero no sabía por dónde ir. Esta es una de las razones por las que empezó el taller; ella siente que Laura la encauza, que la ayuda a jerarquizar esa enorme necesidad de producir. También me cuenta que la otra razón por la que empezó es, que pintando en su casa, se sentía aislada y que para ella era fundamental hacer arte con otras personas. Esto le fue generando la necesidad de abrir otros espacios en donde la pintura ocupara más lugar en su vida y es ahí, cuando abre junto a Juana y Susana un estudio, solo para seguir pintando. Juana también es egresada de Bellas Artes, las dos dan clases de arte. Juana me cuenta que hay una enorme diferencia entre estar en su casa sola pintando y estar en el taller con otros pintando; ella siente que su obra avanza mucho más rápido en el taller. Para Juana el valor de la mirada de Laura está en que ella puede mirar como artista, como galerista y como crítica y eso da una perspectiva de la obra muy abarcadora y completa. En este momento Juana está trabajando con papel de seda recortado de diferentes colores que pega en un enorme bastidor. Carolina pinta con acrílico formas ondulantes estilizadas y muy coloridas. Ellas empezaron hace un año y medio en el taller.
Corina empezó este año. Es autodidacta. Empezó mirando. Encontró este taller a través de una muestra que se hizo en la galería Isidro Miranda. Le interesó la variedad de la obra en esa muestra. Corina habla desde la emoción. Desde el placer que le da dedicarse y permitirse el tiempo del taller para pintar. Ella pinta con acrílicos. En este momento está pintando un enorme cuadro con colores cálidos: rojos, amarillos y naranjas. Me cuenta que fue a Africa y que esa experiencia le dio el impulso y el deseo de pintar más. Ella entra a ese mundo pintando y se queda horas volviendo a ese viaje que se eterniza en ese cuadro.
Muki es escultora desde hace veinte años. Antes construía objetos a partir de sillas de plástico. Ahora hace collares y aros gigantes. Algunos con características étnicas, por sus colores y estructura. Ya expuso dos veces individualmente en el Centro Cultural Recoleta. Está aprendiendo Photoshop con Laura. Me muestra en la pantalla de la computadora las fotos que sacó de su obra colgada en todas las paredes del CCR. Le interesa cómo mostrar su obra y por eso hace este taller. La obra impacta con esas fotos.
Daniel viene del Diseño Gráfico. Hace retratos. Pinta con acrílicos y también fotografía a personas en su propio ambiente. Ahora está con su proyecto de fotografía “Pares”: Son pares de personas circulando por espacios públicos, vinculadas de alguna forma, vistiendo idéntica ropa. Asistió en forma regular al taller durante siete años. Ahora va en forma irregular para seguir encontrándose con Laura y con el grupo. Me cuenta que, cuando uno está en el taller, chequea lo que le pasa a los otros con lo que estás haciendo. El escucha lo que le dicen. Me cuenta que muchas veces por no haber escuchado lo que le decían sus compañeros, su obra no funcionaba. El taller es como una clínica de arte permanente. Laura tuvo mucho que ver en su crecimiento como artista. Lo estimuló para que presentara su obra en muestras, lo conectó con críticos de arte. Daniel tiene su propia web como artista plástico y le han comprado prácticamente toda su obra.
Jimmy hace esculturas en alambre. Viene del mundo de los Bancos Internacionales. Trabajó e investigó durante años el cuerpo y el movimiento. Participó en los talleres de Río Abierto y más tarde, durante cuatro años, estudió Mimo con Elizondo. Cuando no tuvo más respuestas en relación a lo que estaba haciendo, entró al taller de Laura y comenzó a trabajar el movimiento y la representación de las emociones en sus esculturas. Me muestra un hombre en alambre con el corazón explotado, otro enorme, en posición fetal, abrazándose a sí mismo, otro con alas desplegadas, a punto de partir. Todas obras con una íntima referencia a experiencias vividas. Jimmy fue durante doce años al taller. Me cuenta de su enorme placer en el “hacer” la obra, el “durante”. El perteneció al mismo grupo de Daniel. Un grupo donde se hablaba de todo, de arte y de la vida. El aprendizaje, los recuerdos compartidos, las experiencias conjuntas en exposiciones y muestras, dan una idea de lo que el taller, en la vida de una persona, puede hacer. Siempre aporta.
Laura es la gran habilitadora de todas estas experiencias con el arte. Es la mediadora, la curadora en todos los sentidos. Todos los artistas están ahí por algo que sí encuentran en este taller.
Mariana Gonzalez Toledo